
La primera duda está resuelta. Contador es el jefe. Del Tour estaba claro, pero del Astaná no tanto. Ahora todo resulta muy claro, pero existía la posibilidad (remota pero cierta) de que Armstrong hubiera superado ayer a su compañero o de que se aproximara tanto a su tiempo que la diferencia fuera considerada inapreciable. En ambos casos se hubiera alimentado el morbo de la disputa, de los dos gallos, del golpe de estado.
Las aguas corren más tranquilas después de visitar Mónaco. Con la misma exageración que planteamos la guerra negamos a estas horas la competencia. Y es fácil que sigamos equivocados. Ni Armstrong amenazaba el favoritismo de Contador ni le desacreditan los 22 segundos que perdió ayer (fue mejor que 170 ciclistas). Su carrera se plantea al acecho y que nadie tenga duda de que atacará si se lo permiten los dados y las fuerzas. E insisto: será bueno que así sea, en beneficio del espectáculo, de su crisis de los 40 y del liderato deportivo de Contador.
Las aguas corren más tranquilas después de visitar Mónaco. Con la misma exageración que planteamos la guerra negamos a estas horas la competencia. Y es fácil que sigamos equivocados. Ni Armstrong amenazaba el favoritismo de Contador ni le desacreditan los 22 segundos que perdió ayer (fue mejor que 170 ciclistas). Su carrera se plantea al acecho y que nadie tenga duda de que atacará si se lo permiten los dados y las fuerzas. E insisto: será bueno que así sea, en beneficio del espectáculo, de su crisis de los 40 y del liderato deportivo de Contador.
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